La humanidad, a lo largo de su historia, ha mostrado una extraña fascinación por su propia capacidad para autodestruirse. Desde los mitos antiguos hasta las predicciones modernas del Apocalipsis, esta preocupación se ha mantenido constante, ahora reflejada en nuestra relación con la tecnología y los cambios radicales en las estructuras sociales.

Llevamos en nuestra naturaleza el don y la maldición de la creatividad y el ingenio, que nos han permitido construir civilizaciones asombrosas y al mismo tiempo armas devastadoras. Hoy, la destrucción de lo humano se cierne sobre nosotros, tanto en términos físicos, como en el plano metafísico y ético.
Desde una perspectiva antropológica cristiana podemos afirmar la posibilidad de una destrucción de la creación que conocemos como “el fin del mundo”, pero la interpretación del texto del libro del Apocalipsis 21, que menciona «un cielo nuevo y una nueva tierra» puede variar dependiendo del enfoque y las teorías antropológicas utilizadas. Desde el punto de vista de la Antropología Cristiana, donde se puede entender como una promesa divina de la creación de un mundo renovado, libre de sufrimiento y mal. Representa un estado futuro de perfección y armonía en el que se restablecerá la relación entre Dios y la humanidad. Esta interpretación se basa en la creencia en la redención y la salvación, y su significado antropológico radica en la esperanza de un futuro mejor y la posibilidad de una transformación tanto individual como colectiva.
Pero también no podemos olvidar otra interpretación desde la antropología apocaliptica llena de metáfora o símbolo. En este enfoque, «un cielo nuevo y una nueva tierra» podría entenderse como un llamado a un cambio profundo en las estructuras sociales, políticas y culturales existentes. La «tierra» actual podría representar un sistema social imperfecto y desigual, mientras que el «cielo nuevo» podría simbolizar una visión utópica de una sociedad más justa y equitativa. Desde esta perspectiva, el texto invita a una transformación social y a la búsqueda de un orden social más armonioso.
En el texto ya no se presenta el Dios destructor de Sodoma y Gomorra (Gen. 19, 24-25), sino más bien el Dios que deja una espacio para la restauración de un nuevo orden relacional entre El y los hombres (Gen. 19, 29). Lo mismo sucede con el caso de la destrucción de Ninive, Dios se arrepiente y le da una nueva oportunidad (Jon. 3, 10)
En conclusión a Dios no se le podrá acusar de la destrucción del mundo y por lo tanto si habrá que buscar un autor ya es conocido: nosotros mismos, el ser humano.
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche una vez afirmó: «El hombre es algo que debe ser superado», sugiriendo que, en su evolución, la humanidad podría estar sembrando las semillas de su propia destrucción. Esta visión se relaciona con una lectura posible del Apocalipsis bíblico, que ve a la humanidad reemplazada por una nueva realidad, un cielo nuevo y una tierra nueva.
La humanidad es única en su habilidad para cambiar deliberadamente su entorno y a sí misma. Esta habilidad nos ha permitido prosperar y adaptarnos a una amplia variedad de entornos, pero también ha dado lugar a la creación de armas de destrucción masiva y a prácticas ambientales insostenibles que amenazan nuestra propia existencia
Es cierto que la proliferación de armas de destrucción masiva, la insostenibilidad ambiental y la creciente desigualdad social representan amenazas tangibles para nuestra supervivencia. Sin embargo, es en el terreno de lo intangible, en el que la naturaleza humana se ve amenazada por tendencias que parecen despojarnos de nuestra esencia.
Hoy, en la era digital, nos encontramos en un punto de inflexión en el que la humanidad está siendo replanteada y redefinida. Las fronteras entre lo humano y lo artificial se están desdibujando a un ritmo vertiginoso gracias a los avances en inteligencia artificial y robótica.
Se espera que, en las próximas décadas, los robots inteligentes y las inteligencias artificiales se conviertan en una parte cada vez más integral de nuestras vidas. Pero, ¿qué implica esto para nuestra humanidad? ¿Podemos coexistir con estas nuevas formas de vida inteligente sin perder lo que nos hace humanos?
Por otro lado, debemos prestar atención a cómo las luchas por la igualdad y la inclusión están siendo utilizadas para cuestionar y desmantelar las estructuras sociales y familiares que han sostenido a la humanidad durante milenios. El ritmo de cambio en nuestra sociedad está acelerándose, lo que plantea nuevas preguntas sobre la estabilidad y sostenibilidad de nuestras estructuras sociales. El aumento en la aceptación de las comunidades LGTBIQ y el crecimiento de un feminismo radical, aunque para muchos son signos positivos de una sociedad más inclusiva y justa, también plantean desafíos a las estructuras tradicionales que han sostenido la sociedad humana durante milenios.
La caída de la tasa de natalidad y los cambios en las estructuras familiares, aunque son reflejo de nuestra creciente autonomía y capacidad para controlar nuestras propias vidas, también pueden ser vistas como signos de una transformación profunda en lo que significa ser humano.
Si estas tendencias continúan, podemos imaginar un futuro en el que las máquinas inteligentes se hacen cada vez más prominentes en nuestras vidas, y la humanidad como la conocemos pasa a ser un mero recuerdo, un eslabón perdido en la evolución de la vida en la Tierra.
Es crucial entender que la diversidad y la pluralidad son esenciales para la supervivencia y la evolución de la especie humana. Sin embargo, si los avances en estos ámbitos se utilizan para minar y desvalorizar la maternidad, la paternidad y la familia, podríamos estar arriesgando nuestra supervivencia a largo plazo.
La destrucción de lo humano no tiene que ser un destino inevitable, ni mucho menos deberíamos encerrarnos en un fatalismo futurista. No debemos olvidar que somos los creadores de nuestra propia historia. Si bien es cierto que la tecnología, las ideologías y las políticas pueden desafiar nuestra humanidad, también tienen el potencial de enriquecerla y preservarla. Somos seres inteligentes y la prudencia, cuando se trata de la supervivencia, se impone como un valor universal. El ser humano siempre la recupera y la misma lo lleva a optar siempre por el bien.
La clave está en nuestra capacidad para reflexionar críticamente sobre estas cuestiones, para mantener un diálogo abierto y respetuoso, y para tomar decisiones que estén informadas tanto por nuestra inteligencia como por nuestra empatía y nuestra ética. En última instancia, la supervivencia de la humanidad depende de nuestra capacidad para equilibrar la innovación con la preservación de lo que nos hace únicamente humanos.
Muchas gracias Monseñor por tomar el tiempo de escribir una perspectiva realista tomando como punto de partida las antiguas civilizaciones, el génesis, el apocalipsis hasta llegar a tocar los problemas más actuales a la luz de la inteligencia artificial (AI) lo cual no es un término nuevo. John McCarthy creó el término Artificial Intelligence en 1950. Muchas gracias por su contribución.
Hernán
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Muchas gracias Monseñor por tomar el tiempo de escribir una perspectiva realista tomando como punto de partida las antiguas civilizaciones, el génesis, el apocalipsis hasta llegar a tocar los problemas más actuales a la luz de la inteligencia artificial (AI) lo cual no es un término nuevo. John McCarthy creó el término Artificial Intelligence en 1950. Muchas gracias por su contribución.
Hernán
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Muchas gracias Monseñor por tomar el tiempo de escribir una perspectiva realista tomando como punto de partida las antiguas civilizaciones, el génesis, el apocalipsis hasta llegar a tocar los problemas más actuales a la luz de la inteligencia artificial (AI) lo cual no es un término nuevo. John McCarthy creó el término Artificial Intelligence en 1950. Muchas gracias por su contribución.
Hernán
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Gracias Mons. por estos conocimientos, tratados a la luz de la verdad, con la edificación del mismo, no nos dejarnos confundir
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Felicitaciones…Esperamos que este tipo de reflexion nos ayude como personas a escalar nuevo niveles de conciencia maral y ciudadana en favor de las futuras generaciones…bendiciones…
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Excelente iniciativa. Todo adelanto científico nos ha de llevar a proclamar de nuevo el salmo 8. QUE GRANDE ES TU NOMBRE EN TODA. NOS HICISITE POCO INFERIOR A LOS ANGELES
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Excelente artículo para reflexionar.
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Excelente enseñanza y reflexión que nos deja este artículo escrito por usted Mons. Alfredo de la Cruz, espero que al igual que a mí, a los demás lectores reflexionen de los puntos que usted toca en el mismo, así como la importancia de pensamiento crítico, y nos demos cuenta que estamos perdiendo muchas cosas en este nuevo mundo globalizado, dejando nuestras vidas al el pensamiento automático que todos los algoritmos de inteligencia artificial que existen, que están llevando a la humanidad a ser menos humanos.
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Excelente artículo, lo felicito y le animo a seguir escribiendo sobre lo que está siendo la autodestrucción de los seres humanos, movidos por el egoísmo, el deseo desenfrenado de poder y por la famosa igualdad en la diversidad e inclusión de género, en una sociedad que camina confundida y que cada vez más pierde los valores bajo los cuales fuimos forjados. Me inscribí en su blog e invitaré a mis seguidores a que lo hagan.
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Gracias Monseñor por hacernos reflexionar desde la fe y la ética cristiana sobre un tema que urge concientizar. Las «nuevas ideologías», innovaciones, políticas, sociedades, .. continuarán, porque el hombre es en esencia inventor; el desafío está en ser cada vez más humano.
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El tema que nos presenta Monseñor es relevante, independientemente si se tiene Fe o no. Pensar a futuro lo que ocurrirá con los cambios sociales y tecnológicos en curso en el presente no es posible, siguiendo los criterios de Popper, pero si podemos viendo hacia el pasado estudiar cómo ellos temían a futuros posibles que hoy son nuestro presente, y en algunos casos pasados recientes. A mediados del siglo XIX se consideraba que velocidades superiores a la que un hombre experimentaban al galope de un caballo podía afectar el cuerpo humano. El debate se hizo más radical cuando las locomotoras de vapor ganaron velocidad.
El tema del reconocimiento de la humanidad plena de los africanos que fueron traídos esclavizados a el Caribe y el resto del continente americano provocó serios debates durante cinco siglos y los argumento opuestos a eliminar la esclavitud estaban bien sustentados si nos atenemos a la argumentación, pero todos los hombres y mujeres esclavizados fueron emancipados y no terminó la humanidad. Algo semejante ocurrió con el reconocimiento de la plena igualdad de la mujer en términos políticos, de estudio, ejercicio profesional y autonomía Hubo autores que afirmaron que si eso ocurría se destruiría la humanidad.
En cambio casos como el desarrollo de armas atómicas si tenían razón los que advertían de su riesgo, basta pensar en las matanzas de Hiroshima y Nagasaki, y las posibilidades reales de que ocurran hechos semejantes.
Mirar hacia el futuro, con su carga de posibilidades de desarrollo de la ciencia y artilugios técnicos, pero también con el grado de responsabilidad que asuma nuestra generación y las siguientes, siempre es un territorio de incertidumbre, pero a la vez es una invitación a la creatividad y al compromiso con una humanidad plena para todos los seres humanos que amplíen nuestra lucidez, la libertad responsable y la capacidad de amar a los demás.
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Excelente punto de vista y nos brinda la esperanza de que poniendo de nuestra parte la inteligencia artificial deberá ser utilizada con mucho cuidado, regulando su uso para poder preservar la humanidad en su esencia. Con fe y determinación lo lograremos
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Muy importante aporte que hace nuestro Obispo Monseñor Alfredo De La Cruz, sobre este tema cala fuertemente en la nueva generacion con tanta tecnologia por desarrollar. Lo mas importante es desde lo humano y la fe, como podemos nosotros volver a Dios como el creador y como nos identificamos con el.
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Excelente artículo e iniciativa desde una tendencia realista a la luz de la fe.
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