RESUMEN La inteligencia artificial ( IA) puede ser tanto una herramienta útil para el cultivo de la espiritualidad cristiana como un estímulo para la reflexión teológica y la humildad. Como con cualquier tecnología, es importante usarla de manera ética y reflexiva, siempre buscando la guía de Dios y el bienestar de todos los seres humanos.
La era de la inteligencia artificial nos presenta una oportunidad para redescubrir nuestra espiritualidad y profundizar en nuestro ocio. La llegada de la IA no tiene por qué significar el final de nuestra humanidad, sino todo lo contrario: puede ser el comienzo de un nuevo capítulo en el que nos redescubrimos como seres humanos en todas nuestras dimensiones, en especial en la espiritual.
El desarrollo acelerado de la IA no solo transformará la economía global y el mundo laboral, sino que también nos brindará la oportunidad de explorar nuevas dimensiones de nuestra existencia. Con más tiempo libre, podemos sumergirnos más profundamente en nuestras pasiones creativas, enriquecer nuestro conocimiento y explorar nuestra espiritualidad de formas que nunca antes habíamos considerado.

La aceleración tecnológica que estamos experimentando puede darnos la impresión de que nos estamos acercando a una época que dejará poco espacio para lo divino. Sin embargo, me atrevo a afirmar que será todo lo contrario. La IA nos permitirá disfrutar del ocio en su más plena expresión. Podremos disfrutar del arte, la música, la literatura, la oración, expresiones culturales y creativas de manera más profunda y significativa.
La pregunta de muchos es ¿Qué papel jugará la religión en la época dominada por la IA?. ¿Representa la IA un peligro para la vida religiosa? ¿Habrá espacio para el anuncio y la acogida del evangelio? ¿Podríamos utilizar robots para evangelizar? Muchas de las respuestas las daremos en otros artículos, si es que la tenemos.
La religión y la espiritualidad siempre han jugado un papel fundamental en dar sentido a nuestras vidas, proporcionando un marco que nos permite entender nuestro lugar en el universo. En este contexto, la visión que ofrece la religión, en particular el cristianismo con la aceptación de Jesús, proporciona un sentido de propósito y significado que va más allá de las limitaciones terrenales. El cristianismo tiene una cosmovisión integral que va desde la creación hasta el culmen de la misma por medio del acto de redención por la muerte y resurrección de Jesucristo.
La búsqueda de sentido de la vida y del cosmos es innata, esencial al ser humano. No existe un humano que no tenga estas inquietudes. Si existiera el intento de capacitar a las máquinas para que den sentido a nuestra existencia, dicho intento no terminará más que en un fracaso. Sólo en Dios, no en las máquinas, encontrará el ser humano el sentido de su vida, tal como afirmaba San Agustín de Hipona: “nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti” (Confesiones, Libro Primero)
Podríamos decir, entonces, que la era de la IA podría ser, paradójicamente, una era de renovada espiritualidad. Lejos de ser un obstáculo para la fe, la IA puede proporcionar las condiciones para un renacimiento de la vida espiritual. Con más tiempo para reflexionar, rezar, meditar, podríamos desarrollar una comprensión más profunda de nuestra propia fe y cómo se aplica a nuestras vidas.
La IA y la tecnología avanzada no deberían ser vistas como antitéticas a la fe o a la espiritualidad, sino más bien como herramientas que pueden facilitar un mayor crecimiento espiritual. En lugar de consumir nuestras vidas, la tecnología puede darnos el regalo del tiempo, el recurso más valioso para la reflexión y la introspección.
La verdadera cuestión no es si las máquinas reemplazarán la práctica de la fe en los humanos, sino cómo podemos usar las máquinas para mejorar y profundizar nuestra experiencia de fe.
Por un lado, la IA puede ser una herramienta útil para ayudar a las personas a explorar y profundizar en su fe. Por ejemplo, los algoritmos de IA pueden analizar y sintetizar grandes cantidades de textos teológicos, proporcionando a los creyentes una comprensión más profunda y matizada de las Escrituras. Además, las aplicaciones de IA pueden ofrecer guías de estudio bíblico personalizadas, adaptadas a las necesidades y preguntas individuales de cada creyente.
Por otro lado, la IA también puede plantear desafíos éticos y espirituales que requieren una reflexión teológica profunda. Por ejemplo, ¿cómo deberíamos entender la inteligencia y la conciencia en el contexto de la IA? ¿Cómo se relacionan estos conceptos con las enseñanzas cristianas sobre la dignidad humana y la imagen de Dios? Estas preguntas pueden llevar a los cristianos a reflexionar más profundamente sobre su fe y a cultivar una espiritualidad más rica y reflexiva.
Además, la IA puede servir como un recordatorio de la necesidad de la humildad y la dependencia de Dios. A medida que la tecnología avanza y nuestras capacidades se expanden, podemos sentirnos tentados a creer que somos autosuficientes o que tenemos control total sobre nuestro mundo. Sin embargo, la IA, con su complejidad y sus posibilidades desconocidas, puede recordarnos que hay límites a nuestro conocimiento y poder, y que en última instancia dependemos de Dios.
Gracias por la oportunidad de ir creciendo y ampliando conocimientos para vivir mi fe en medio de los avances
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Gracias Monseñor por enviarnos esta excelente reflexión, acorde a ella comento, que la IA tiene el potencial de impactar ampliamente nuestra sociedad, economía y estilo de vida, y si se maneja de manera responsable y ética, positivamente vamos a nutrir nuestra creatividad y conocimiento; conectar con nuestra espiritualidad de forma innovadora; todas como creaciones del Padre.
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Muy interesante y opotuno el tema de la IA, pienso que en la medida que conocemos las cosas podemos opinar con certeza, gracias Monseñor, por envolucrame en este tema.
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Gracias Mons. por involucrarnos en la reflexión de la IA y su conexión con el mundo espiritual. Las afirmaciones expuestas en este artículo, me atrevería a jugármela diciendo que, podrían ser empíricamente demostrable; más, sin embargo, la respuesta a la cuestión de la valoración y aprovechamiento de la IA, tanto en la dimensión espiritual, como en otros aspectos de la vida, la encuentro fundamentalmente en tres puntos fundamentales. Dos tratados en este artículo. El primero, cuando afirma que sólo en Dios, no en las máquinas, encontrará el ser humano el sentido de su vida. El segundo, cuando propone que, además, las aplicaciones de IA pueden ofrecer guías de estudio bíblico personalizadas, adaptadas a las necesidades y preguntas individuales de cada creyente. Son dos puntos fundamentales, para como seres humanos beneficiarnos a niveles potenciales de la IA. Sin embargo, pienso que, los beneficios inexplorables de la IA lo obtendríamos si partimos del pensamiento existencialista individualizado de Søren Kierkegaard, que yo lo encuentro expresado con una simpleza incomparable en la frase de Ralph Waldo Emerson, cuando el dice: “No vayas donde te lleve el camino. Ve donde no hay ninguno y deja un rastro.” Este es mi tercer punto. Si la IA no es asumida y puesta en práctica desde iniciativas que respondan a nuestro interior, no hay forma de que nos ayuden a encontrar propósito en nuestra vida; más aún, no podrían ser instrumento que canalicen el encuentro con nosotros mismos. Solo podrían ayudar a identificar el ser ideal o el que ha sido definido en nosotros fruto de la manipulación de los medios y las caracterizaciones de la masificación.
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Es interesante como usted enfoca y enlaza la IA con la fe, con lo dogmático, con la otra inteligencia que no tiene que ver con la razón, sino con las creencias.
Que bueno que aproveche esta nueva oportunidad que se le presenta al humano, para actualizarnos. Enhorabuena
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Cada descubrimiento científico, artístico y cultural, obviamente, trae consigo las fortalezas y oportunidades necesarias, para poner a favor de la humanidad, el carácter misional de la obra del creador.
La IA, que en definitiva, no es mas que una amplia base de datos , que sustentada en varios algoritmos; no hace mas que emular la grandeza del cerebro humano ; que siempre será la obra del padre,
En tal virtud, la grandeza de Dios será más gigante, mientras mayor sea el desarrollo alcanzado por la IA.
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Compartí el artículo de Mons. Alfredo De La Cruz Baldera, mi maestro en la PUCMM, con mucho gusto y alegría. Me gusta el enfoque positivo que plantea sobre la IA y cómo nos puede servir para realizar desde los diversos contenidos y oportunidades que ofrece, a ser mejores personas.
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